Estoy aquí, llegó el momento de abril donde abro paso a lo desconocido, lo que no encontraba cuando las preguntas estaban en el aire y sus respuestas se escondían tras muros invisibles. Qué bonito lugar, las respuestas escondidas viajan en una carretera minada del conocimiento más profundo. El reloj por fin había gritado que el momento se llegaba. Y ahí estaba.
Decido recorrer la carretera respirando tan profundo todo el aire que impregnaba cada parte de sabiduría, me llené de suspiros el alma que alguna vez fue atormentada luego de una vida larga llena de preguntas sin respuesta y con suposiciones vagabundas de lo que sería la vida después de que un humano fuese enterrado con cenizas.
¿Qué pasaría si el mundo supiera qué sería del alma luego de la muerte? Cada día sería un reloj que habla cuando nadie quiere oírlo, el reloj de la vida que se hará cenizo. El tiempo como el dinero y los pasos no querrían andar con libertad. Entonces vivir con preguntas sería lo más adecuado y vivir con respuestas invisibles hasta el momento en que el reloj grite “llegó la hora”.
Me acercaré a cada rostro y a cada mente para susurrar que existo, que las almas sabias viajan en el aire como un soplo que viene desde lejos, las miradas quedan perdidas y volverán a su rumbo.
Pasará el tiempo mientras floto sobre el aire. ¡Despierta! El reloj gritó “todo lo has soñado”.
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