Si fueramos como ellos Dios sería el jugador
y nosotros seríamos manejados como unas simples máquinas
programadas para nuestro destino final.
Simplemente nuestra vida sería una sociedad común
en la que todos hablamos con todos y unos no tanto con todos.
Pero... ¿Acaso el jugador se da cuenta de que sus juguetes tienen sentimientos?
y si se da cuenta... ¿Por qué juega con ellos?
¿Será acaso por el simple hecho de que nos hizo para jugar y no para compartir?
Bueno, puede ser que toda mi ""vida"" me pregunte exactamente lo mismo,
puede ser que no sepa cuál es mi camino ni mi destino,
tampoco por qué le pido a nuestro jugador
que haga acciones para mi satisfacción.
Al final vuelvo y releo y me doy cuenta de que lo que escribo
y lo que ahora es... es exactamente eso, un juego o una realidad ilusoria:
y claramente también pienso que amo este juego,
lo jugaría todo lo que pueda,
porque ese Dios podría decirse que es casi todo un experto
con respecto a este juego.
Anita Pérez
Anita Pérez
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