La vida amorosa…
Resulta difícil explicar el amor en la vida cotidiana, vemos parejas, nos gusta alguien, hablamos de traiciones y de los tipos de amores, y encontramos que en nuestro inconsciente se haya la respuesta a lo que hace posible la explicación de los fenómenos del amor.
Si, se habla de un amor narcisista (a-a’), un amor integrado por otro que se me parece, otro al que lo veo como yo y que luego dejo por encontrarlo imperfecto, imperfecto con relación a mi “perfección”; otro amor es el imaginario (a-a/I (A)) ese que se haya en un parecido con mi padre o mi madre, ese que se parece a una fase del espejo, ese al que muchas veces inconsciente elijo cuando elijo a otro con cualidades parecidas a esos padres, a mis padres; el amor fantasmático, ($-a) ese en el que el otro ocupa el objeto en el que en mi fantasía obtengo una satisfacción, ese con el que se sueña; el amor sintomático (S) donde detrás del semblante hay un real. Cada uno de estos modelos de relación está íntimamente ligado con nuestra vida cotidiana, lo que nos preguntamos todo el tiempo cuando nos hayamos en enredos. ¿Y qué tal si el mundo supiese la realidad de los porqué sobre el amor? Quizá de este modo nos dedicaríamos a racionalizar y no a sentir y quizá se deje de lado aquel dicho de que las mujeres son locas y los hombres son brutos, mujeres locas puesto que solo demandan amor y hombres brutos por querer solo satisfacción… Quizá, quizá en el amor seamos idealistas, pensando que el amor tiene que ver con todo romance que vemos en la TV o en el cine, y quizá se trate de eso y de algo más, del amor y del fetiche, de la erotomanía y del objeto fetiche… sentir que somos objeto gozado.
Amar, amar no es solo gozar a partir de un objeto, cuando se ama también se pone en juego el gozar del otro, el amor no es cuestión de tener sino de ser. En este sentido, el amor sería entonces gozar del otro y pensar en el otro, dejar de lado lo que yo quiero para unir lo que el otro también desea. El otro, el otro puede ser perfectamente el complemento que me falta, el que llena mi falta y ser yo también quien se llena la falta del otro, en tanto que el otro tiene y a mí me falta.
La lógica del amor se encuentra en que el hombre se está en duda y la mujer es insatisfecha, el hombre es obsesivo y la mujer histérica.
Y si nos preguntamos por qué nos gusta alguien que no nos corresponde, quizá sea el inevitable el hecho de que en el desafiante enredo del amor se necesita un complemento, un desafío que corresponda pero no tanto, de conseguir “tener” a quien me gusta y que ese otro esté y a la vez no, el amor puede ser tal vez el balance perfecto del todo y el no-todo.
ANITA PÉREZ